RECOMENDACIONES

‘Distrés’ y tranque vehicular

Usualmente se entiende como estrés toda aquella experiencia desagradable que desencadena una serie de emociones y sentimientos negativos, como ira, angustia y depresión, asociada a malestares somáticos, como fatiga física, cefaleas, náuseas, etc. Sin embargo el estrés no es un estado patológico, sino una respuesta natural del organismo, que se requiere para afrontar determinadas demandas que, por lo general, se originan en el ambiente.

Tomemos el ejemplo de tres estudiantes que se preparan para un examen de admisión, al día siguiente. El primero asume una actitud relajada frente al compromiso, tanto así que no se preocupa ni moviliza en función de obtener un buen resultado. El segundo presenta cierto nerviosismo, pero lo suficientemente elevado para movilizarse en función de obtener buenos resultados, sin perder la concentración. El tercero entra en un estado de pánico, está tan estresado que no se puede concentrar. En este ejemplo, el segundo se beneficiaría de un nivel de estrés moderado, basado en la curva invertida de Yerkes, que describe la relación entre activación y aprendizaje de hábitos. Un nivel de estrés moderado estimula la secreción de sustancias hormonales y neuroquímicas necesarias para consolidar los procesos de aprendizaje y memoria, y una vez que la situación desaparece, los niveles de ciertas sustancias deben retornar a la normalidad.

Sin embargo, cuando una situación estresante se prolonga o las demandas ambientales rebasan las posibilidades y capacidad del organismo para responder con eficiencia a esa situación, se genera sobrecarga de tensión y segregación excesiva de sustancias hormonales y neuroquímicas que conducen al “distrés” o estrés desagradable. Este ocasiona un exceso de esfuerzo en relación a la carga y va acompañado de desórdenes fisiológicos que, a mediano y largo plazo, afectan no solo la salud mental del individuo, sino también la salud física.

Actualmente, muchos panameños (la mayoría) viven situaciones estresantes, como los tranques que se convierten en obstáculos para el logro de las metas establecidas en el día o en la semana. A fin de año dicho fenómeno se incrementa porque una mayor cantidad de gente está en las calles realizando diversas actividades y compras. La imposibilidad de moverse, estar encerrado en un vehículo por horas, el calor y la incapacidad para cambiar tal situación, así como el factor tiempo frente a las expectativas que se fijan, e inclusive observar que otros conductores violan las leyes de tránsito, generan condiciones propicias para generar “distrés”.

Más allá de lo que el Gobierno haga para lidiar con este fenómeno, que ya es parte de la vida cotidiana del panameño, sobre todo el que reside en áreas periféricas y se dirige a la ciudad, dejo algunas recomendaciones que pueden disminuir los efectos nocivos de este tipo de estrés:

1. Reprogramar las salidas y mejorar la administración del tiempo. Calcular el tiempo en función del máximo que podría tardar llegar a un sitio es una buena medida. A menos que sea necesario, evite salir en las horas pico. Una mayor organización y planificación del tiempo reduce la posibilidad de encontrarnos en situaciones desesperantes.

2. Respirar de forma controlada y profunda. Inhalar el aire por la nariz y exhalarlo por la boca, contando hasta cinco, aumenta la oxigenación de la sangre y estimula la liberación del neurotransmisor llamado acetilcolina, que ayuda a tener mayor atención y calma. Sirve de distractor, cuando la atención se centra en dicha actividad, y no en los estímulos que nos rodean.

3. Evitar el pensamiento catastrófico. En situaciones adversas tendemos a pensar: “Todo esto es un desastre”, “nunca voy a llegar”, “que desgracia más grande”, etc. Tales ideas realimentan el malestar experimentado, pues estimulan una mayor secreción de sustancias químicas como el cortisol, la hormona del estrés. Sustituirlos por ideas positivas, como: “Que hermoso está el día”, “la vida es una oportunidad única para hacer cosas positivas”, o imaginarse en un ambiente agradable, pueden cortar esa realimentación de la angustia.

4. Escuchar música suave, instrumental o clásica o tararear una canción. Múltiples estudios dan cuenta de que cierto tipo de música ayuda a ralentizar las ondas cerebrales ligadas a estados de relajación. También se comprobó que cantar o tararear una canción que nos resulte agradable produce bienestar inmediato, pues se estimula el área del cerebro que regula el placer.

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