CONVIVENCIA ARMONIOSA

La inteligencia familiar

Ante los cambios del mundo moderno muchas de las tradiciones familiares se han ido perdiendo. Los niños de hoy día, y desde hace una década, parecen ajenos a las costumbres familiares. De esas usanzas podemos mencionar la comida en familia; las reuniones sociales con los seres queridos y amistades; las actividades de servicio para la ayuda de personas que lo necesitan; escuchar música, bailar y cantar; planear un viaje; las actividades físicas y de juego; asistir a la iglesia, rezar; en fin, todo lo relacionado al afecto y los buenos deseos que ayudan a unir a la familia.

Las tradiciones familiares son un grupo de valores que se practica de generación en generación y que favorece el bienestar emocional de todos, porque crea sentimientos de seguridad, continuidad e identidad.

Poner la inteligencia emocional al servicio de la convivencia familiar puede ayudarnos a vivir en un ambiente más armónico. La psicóloga colombiana María Elena López, en su libro sobre la familia, nos habla de la inteligencia familiar: “La inteligencia emocional mostró que tenemos la capacidad de resolver conflictos, aceptar la diferencia, ponernos en el lugar del otro, ser empáticos y vivir en armonía. La idea es que esas habilidades, que todos podemos desarrollar, las pongamos al servicio de la convivencia familiar, porque tenemos muchos conflictos en la familia y no siempre hay que estar armónicos y pasando rico, también hay momentos duros y difíciles”.

También nos dice López que la familia no está en crisis. Que ha cambiado porque vive bajo presión y estrés que la debilitan y, por tal razón, el hogar no termina siendo un lugar tranquilo al cual llegar.

La familia sí funciona y nada ni nadie la destruirá. Sigue existiendo. Y se compone de un hombre y una mujer, es decir, el papá, la mamá y sus hijos. Hay quienes la quieren extinguir transformándola, por capricho, en algo inexistente para defender su línea sexual. Pues se equivocan. A pesar de las separaciones, los divorcios, las diferencias de edad y de opinión entre hermanos, de las exigencias de los hijos y de otras situaciones que bombardean a la familia, esta tiene potencial para el afecto, identidad y sentido de pertenencia.

La familia o los miembros de una familia tienen que aprender a manejar sus diferencias y buscar ayuda cuando se presentan las presiones individualistas, las malacrianzas, el tema de la disciplina, las agresiones de todo tipo, el irrespeto, el estrés y la fatiga. Aunque la familia pase por sufrimientos y dolor de cualquier índole, sus miembros deben aprender a sobrellevarse los unos a los otros, en procura de solucionar los conflictos y no llegar a los resentimientos. Resolver los conflictos es la clave. Si se dejan como si nada hubiese pasado, pueden regresar y empeorar las cosas.

No hay una familia modelo, sino un estilo familiar que tiene sus propias formas de manifestar el afecto, manejar los conflictos, comunicarse y establecer las normas y límites.

Todas las familias tienen conflictos. Sentirse bien y sentirse mal forman parte de la convivencia. El amor lo asegura todo, pero se necesita mantenerlo y acrecentarlo con esfuerzo y voluntad. Pero la familia no lo es todo. Hay que alimentar las relaciones con los amigos, compañeros de trabajo, etcétera. Comunicar afectos y diferencias es primordial, hay que hablar y expresar lo que pensamos y sentimos.

Otro asunto a considerar es cuando los padres no escatiman esfuerzo alguno, y hasta se endeudan por satisfacer el ego consumista del hijo (así como el ego de ellos), muchas veces por hacerle ver al amiguito, al primito o al vecino que su hijo tiene el último modelo en asuntos de tecnología de la comunicación. Los juegos electrónicos llegan a sustituir a la familia y sus buenas costumbres. Los niños y adolescentes se convierten en seres aislados, su amor y afecto es la tecnología. Los libros brillan por su ausencia.

Al niño se le enseña que con solo un clic lo tiene todo y sin esfuerzo alguno. A los niños y adolescentes se les debe enseñar que la vida no es fácil, que hay que ayudar en los quehaceres domésticos en casa, y hay que ponerle límites a su comportamiento y exigencias. No es necesario llegar a ser autoritarios para lograr que sean hijos ejemplares y cariñosos. El amor es un valor, es creador y enriquece grandemente la vida, tanto del que lo recibe como del que lo da. El verdadero amor posee firmeza y disciplina y es irremplazable, nunca podrá perjudicar ni corromper, solo favorece. Te favoreces tú, tu familia y, de seguro, tu país se ennoblecerá.

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