Selecciona Edición
Entra en EL PAÍS
Conéctate ¿No estás registrado? Crea tu cuenta Suscríbete
CARTAS AL DIRECTOR

Secuestrados por el estrés

Nos hemos acostumbrado al estrés. Nos hemos acostumbrado hasta el punto que empieza a gustarnos. ¿Cuántas veces nos hemos quejado de no hacer nada? El otro día hablaba con una amiga que está haciendo prácticas en una agencia de publicidad y me dijo que le habían encargado pensar un texto para estas fechas navideñas. Y a pesar de la nimiedad que suponía tal faena, le costó un gran esfuerzo estar ocho horas sin hacer nada, sólo pensando. Pensar ha sido sustituido por hacer. Y nos encanta tener que hacer mil cosas a la vez, esa sensación de no dar abasto, de no llegar. Porque la recompensa personal de llegar no tiene precio. A las nuevas generaciones  nos han educado como si parar fuera malo, como si fuera síntoma de fracaso. Porque parar implica reflexionar y tenemos miedo a parar y sentir. El estrés nos ha secuestrado y tenemos síndrome de Estocolmo. ¿No deberíamos reflexionar sobre ello?— Laura Rifé Pardo.