#alternate alternate (BUTTON) Secciones (BUTTON) Inicio Ir al contenido The New York Times es Opinión | La cruzada de los jóvenes cubanos: emigrar o desafiar a la Revolución (BUTTON) 0 (BUTTON) Ajustes (BUTTON) Close search search sponsored by Site Search Navigation Buscar NYTimes.com ____________________ (BUTTON) Desactive esta entrada de texto (BUTTON) irse https://nyti.ms/2MhMXve Un pasajero del ferrocarril de Cuba mira el paisaje en el trayecto de Ciego de Ávila a Santa Clara, en marzo de 2015. Un pasajero del ferrocarril de Cuba mira el paisaje en el trayecto de Ciego de Ávila a Santa Clara, en marzo de 2015. crédito Ramón Espinosa/Associated Press Opinión |Revolución 60 La cruzada de los jóvenes cubanos: emigrar o desafiar a la Revolución Una de las mayores derrotas para el régimen castrista es el éxodo de sus jóvenes. La isla parece tener un futuro estancado y reafirma su lugar como una de las naciones más envejecidas de América Latina. Los jóvenes que decidimos quedarnos debemos dar la batalla por enderezar el camino torcido de la Revolución. Por Abraham Jiménez Enoa 31 de mayo de 2019 Dentro Volver al artículo principal Comparte esta página Volver al artículo principal Volver al artículo principal Continue reading the main story Foto Este es un ensayo de Revolución 60, una serie que examina las seis décadas de la Revolución cubana. La sección reúne a escritores, intelectuales, artistas, protagonistas, disidentes y partidarios de la Revolución para discutir su papel en el desarrollo histórico de América Latina y sus relaciones con Estados Unidos en los últimos sesenta años. LA HABANA — El sábado 11 de mayo, un cordón policial del Ministerio del Interior nos encerró a un grupo de amigos que veníamos de la marcha por los derechos de la comunidad LGBTI. Minutos antes, miembros de las fuerzas policiales vestidos de civiles habían reprimido un evento que hasta ahora desde hace doce años el régimen le había admitido a esa comunidad. Era una manifestación pacífica y organizada al margen del gobierno. Solo logró recorrer siete cuadras. Las escenas violentas que pusieron fin a la marcha independiente dejaron al desnudo la gran dicotomía de los jóvenes a sesenta años del triunfo de la Revolución en Cuba: largarse de la isla para no sufrir las consecuencias de la dictadura —autoritarismo, represión y un modelo económico fallido— o quedarse y empezar a abrirse paso desafiando al régimen. Continue reading the main story Foto Agentes de la policía cubana detienen a un activista de la comunidad LGBTI durante la marcha a favor de los derechos de las minorías sexuales en marzo de 2019. Credit Reuters EXPLORA NYTIMES.COM/ES La sorpresa de las mujeres de La Paz Ese es el dilema de Cuba: hoy es la nación más envejecida de América Latina. Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), los ciudadanos mayores de edad representan el 20,1 por ciento de los habitantes y para 2030 casi un tercio de la población tendrá 60 años o más. Mientras tanto, los jóvenes siguen siendo expulsados por el sistema totalitario: de 2008 a 2016 salieron de la isla alrededor de 16.895 jóvenes al año. Y muchos de los que decidimos no marcharnos, sufrimos represión. [Si quieres recibir las mejores columnas de Opinión de The New York Times en Español en tu correo, suscríbete aquí a El Times] Es una derrota innegable para el régimen castrista que sus jóvenes huyan del país. Así que ahora estamos ante un futuro en pausa: o la dictadura cae o la isla terminará siendo una nación de ancianos. El proyecto revolucionario de Fidel y Raúl Castro envejeció viendo cómo sus líderes se perpetuaron en el poder. El sistema nunca se desprendió de las doctrinas ortodoxas heredadas de la extinta Unión Soviética. Con el fracaso de la Revolución, nacieron brotes de descontento ciudadano, especialmente entre los jóvenes. Los jóvenes que se quedan y dan la pelea deben asumir la marcha LGBTI como su primera victoria: la determinación de continuar una cruzada abierta contra un gobierno autoritario. Si lo hacemos y continuamos alzando la voz, se ve una posibilidad de futuro para Cuba. Aunque la mayoría del pueblo sigue acatando los preceptos como soldados, han comenzado a brotar pequeños islotes de emancipación. La llegada de internet en 2015 a las plazas públicas de todo Cuba, a través de antenas wifi y su posterior masificación en diciembre de 2018 con la tecnología 3G en los teléfonos móviles, provocó que el 56 por ciento de los 11,2 millones de habitantes de la isla esté ahora conectado a la red. Internet ha reconfigurado la sociedad al otorgarle a la ciudadanía la posibilidad de expresarse libremente en sus plataformas. Emergió así una narrativa alternativa a la voz oficialista impuesta por años: el empoderamiento de la ciudadanía en internet ha supuesto que esa inconformidad salga del espacio virtual y se concrete en la vida real. El primer síntoma de la naciente sociedad civil se evidenció cuando en enero de 2019 un tornado devastó varios municipios de La Habana. La población, sin el consentimiento del partido que dirige todos los aspectos de la vida cubana, se volcó hacia las zonas afectadas para solidarizarse con los damnificados. Luego, en febrero, se realizó un referendo constitucional después de 43 años. A pesar de una amplia campaña del gobierno en favor del “Sí”, las cifras de desacuerdo resultaron inéditas: más de dos millones de cubanos, votaron “No”, anularon su voto o lo dejaron en blanco. A esa cronología del disenso han seguido pequeños actos de insurrección. Cientos de personas marcharon para exigirle al Estado una ley que proteja a los animales y sancione su maltrato. Grupos ecologistas han comenzado a organizarse en las redes sociales para limpiar espacios públicos. Las detenciones arbitrarias, los secuestros y el acoso a periodistas independientes, opositores y activistas de la sociedad civil dejaron de pasar desapercibidos. Pero ese impulso ciudadano, liderado en buena medida por quienes decidimos quedarnos en la isla, no deja de ser minoritario. Y es que es bien difícil emprender un proyecto de vida en una nación donde el salario básico ronda los 30 dólares mensuales, donde el gobierno regula con decretos desde la creación artística hasta la cantidad de mesas y sillas que puede tener un restaurante, donde una persona puede sentirse privilegiada si encuentra en los estantes de un mercado papel higiénico, un paquete de salchichas o un cartón de huevos. Ni siquiera la derogación de la política “pies secos, pies mojados” decretada por el expresidente de Estados Unidos Barack Obama en 2017 detuvo el flujo migratorio. Los cubanos dejaron de montar los armatrostes con los que se lanzaban al mar en busca de las costas de la Florida, pero siguieron emigrando: estos días la mayoría de los expulsados asume la riesgosa aventura que significa entregarse a los coyotes del corredor de Centroamérica para llegar a los puestos fronterizos de México y de ahí brincar al sueño americano. Continue reading the main story Foto Un hombre habla por celular desde un balcón en La Habana en mayo de 2019. Credit Yander Zamora/EPA vía Shutterstock Un mapa interactivo de la Organización Internacional para las Migraciones de Naciones Unidas informa que 1.558.312 cubanos residen actualmente en otras latitudes. La historia revolucionaria ha sido la del éxodo, de todos, pero en especial de los jóvenes. Fidel Castro dijo alguna vez: “Ser internacionalistas es saldar nuestra propia deuda con la humanidad”. Paradójicamente, la Revolución terminó cumpliendo con el deseo del dictador. Cuba se volvió una de las mayores empresas exportadoras de capital humano del mundo. Los profesionales se forman gratis en las universidades de la isla y luego el propio país no les da la posibilidad de desarrollarse ni de expresarse libremente sin violencia. El reemplazo generacional del país está en riesgo. Sin las capacidades y el aporte de los jóvenes es imposible pensar en salir de la crisis sistémica por la que transita Cuba. Después de robarse el futuro de la nación, los ancianos octogenarios que dirigen la isla no tendrán a quién dejarle su legado. En las manos de los jóvenes está la posibilidad de enderezar el camino torcido de la Revolución. Seguir alzando la voz y marchar contra el longevo sistema revolucionario es la única opción para cambiar el futuro. Abraham Jiménez Enoa es periodista y director de la revista El Estornudo. Cuba, inmigración, Revolución 60, Revolución Cubana Volver al artículo principal Comparte esta página Volver al artículo principal Volver al artículo principal Relacionadas 1. Revolución 60 Cubanos en el exilio: desarraigo y resistencia 20 de enero de 2019 2. Revolución 60 Cuba hoy: la pugna entre el racismo y la inclusión 26 de abril de 2019 3. Comentario El aborto es mi derecho, la maternidad mi decisión 20 de mayo de 2019 4. Modern Love Mi imagen corporal ha mejorado gracias al amor 24 de mayo de 2019 Regístrate en Boletín Volver al artículo principal El Times Suscríbete al boletín diario de The New York Times en Español: una guía con las noticias más destacadas y los mejores artículos para entender lo que está sucediendo en América Latina y el mundo. Por favor, comprueba que no eres un robot al dar clic en la casilla. El correo electrónico no es válida. Selecciona los boletines a los que deseas suscribirte. ____________________ (BUTTON) Suscríbete ¡Gracias por suscribirte! 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